lunes, 11 de abril de 2011

Las Paredes Escuchan

Para escuchar el audio de este cuento, haga click debajo:


Por:

Sarahi Cardona, Roberto Fernández Terán, G. Munckel Alfaro, Paola Rodríguez Angulo & Ariel Yañes.


¿Por qué quieres hablar de esto ahora? ¡No! En otro momento, no insistas. Hmm... Si realmente lo quieres, está bien; pero hablá bajito, tú sabes que en este lugar las paredes escuchan. Ahora, sabes bien que esto es un secreto, sólo te lo conté a ti. No sé por qué quieres darle más vueltas al asunto. Ya te dije, es un secreto sellado con sangre, si se descubre… estoy muerto.

Pará, dejame contarte. No hace mucho, la última vez que hablamos de esto, justo cuando te fuiste, los hombres de blanco llegaron y quisieron forzarme a revelar nuestro secreto. ¡Claro! Es nuestro secreto, no intentes lavarte las manos, sabes bien que cuando te lo conté, se convirtió en nuestro secreto. ¿Sigo? Bueno, me inyectaron el suero de la verdad, pero por suerte, se equivocaron en la dosis y lo único que sacaron de mí fueron un montón de balbuceos incompresibles; o eso es lo último que recuerdo antes de que todo se ponga borroso, luego desperté de nuevo en este maldito cuarto al que nunca me termino de acostumbrar.

No, en serio, no es mío. Este no es mi cuarto.Sé que siempre me visitas aquí, pero no es mi cuarto. Un día desperté aquí y nunca más me pude ir. ¡Claro que no me puedo ir! No depende de mí, cada vez que intento salir, aparecen los hombres de blanco. No, no sé quiénes son; pero siempre aparecen para tratar de robarme nuestro secreto.

Ya te conté qué fue lo que pasó, no sé por qué quieres que te lo repita. Bueno, si realmente quieres que te lo vuelva a contar, lo mínimo que puedes hacer, es guardar silencio y no interrumpirme. ¿Cómo que nunca me interrumpes? ¡Lo acabas de hacer! Ese es tu mayor defecto, no eres capaz de tener la boca cerrada por más de un minuto.

Bueno, ya que me lo prometes, te volveré a contar esa vieja historia: Todo comenzó ese abril, hace seis años, justo cuando te conocí… ¿lo recuerdas? Sí, fue hace seis años. Bueno, sí, puede que tengas razón, tal vez fue hace un poco más; pero el punto no ese. Cuando te presenté a mi madre, ella quedó desconcertada. Tal vez fue por tu cabello o tu forma de hablar, no sé; pero, desde ese momento, me prohibieron que hable de ti. Recuerdo que las veces que, a pesar de su prohibición, te llevaba a casa, ellos te ignoraban, pretendían que no existías. Lo sé, seguro que también fue difícil para ti, pero tienes que entenderlo, ellos nunca te aceptaron, siempre creí que ellos te consideraban como una mala influencia. Y tienes que admitir que lo eras, siempre trataste de llevarme por un mal camino y siempre que estaba contigo, acababa metido en problemas.

No, callate, ¿acaso no te acuerdas de la vez que nos atrapó la policía? ¿No? No me mientas, fue la vez en que incendiaste la casa del vecino sólo porque creíamos que el vecino, ese viejo que siempre nos espiaba, quería robarnos nuestro tequelí ¿Cómo que no recuerdas qué es nuestro tequelí? Se supone que sólo nosotros dos lo sabemos, no puedes haberlo olvidado, haz memoria. ¿Ahora sí? Bueno, el punto es que tú lanzaste el fósforo Sí, tienes razón, yo regué la gasolina; pero al final cargué la culpa yo solo. Tú escapaste cuando llegó la policía y viste cómo me arrestaban. No, no te estoy reprochando eso; sino que desapareciste, pasaron varios meses antes de que volviéramos a encontrarnos en esa plazuela de la primera vez. Para entonces, mi familia te odiaba. El simple hecho de mencionar tu nombre hacia que mi madre rompa en llanto y mi padre amenace con encerrarme. Eran tiempos difíciles.

Por eso tenía que verte a escondidas y fue por esos días cuando se te ocurrió que la única forma de ser libres, era encontrarnos en la otra vida y sugeriste el pacto de muerte. Ya sé que no lo llevamos a cabo, por algo seguimos aquí. Pero, pensalo, si no eras tú que te echaste atrás, probablemente yo hubiese tomado el veneno. ¿Sabes? Es gracias a ese frasco que estoy encerrado aquí. No pienses que te culpo, quién hubiera pensado que encontrarían el frasco en mi bolsillo. Pero agradezco que hayas permanecido a mi lado por todos estos años. Con el tiempo, te hiciste la única persona que me visitaba.Claro, a parte de los hombres de blanco, no tienes porqué recordármelo.

¿Cómo que me estoy yendo por las ramas? Si fuiste tú quien interrumpió el secreto para pedirme que vuelva a contarte esta historia. No, no creo que repetir esta historia me ayude a comprenderla. No, te equivocas. Los hechos son claros, no hay otro lado en esta historia. ¡No digas eso! No en voz alta, las paredes escuchan.No, no estoy loco, tienes que dejar de decirme eso, todo el mundo lo cree ¿por qué crees que estoy encerrado aquí?

¿Escuchaste eso? La puerta se abre. Son los hombres de blanco que vienen por nuestro secreto. Tú puedes escapar, no te preocupes por mí, yo no les diré nada. Escucha, esto es lo que haremos: cuando ellos entren, yo los distraeré para que escapes. ¿Cómo? Es fácil, haré lo de siempre, me lanzaré contra las paredes hasta que ellos me atrapen como siempre y me pongan esa maldita camisa de fuerza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario